Gatos y perros, dos enemigos declarados con dos tipos de naturaleza muy distintos. Los perros son animales muy sociables, viven en grupo, tienen una jerarquía social y gustan de trabajar en equipo. Los gatos en cambio tienen una vida solitaria e independiente. Esto sin contar con las distintas formas de comportarse, creándose muchas veces incomprensiones recíprocas que dan lugar a riñas y altercados entre ellos.
Sin embargo, la domesticación ha cambiado esto y es una gran verdad que la convivencia puede hacer que se cojan mucho cariño. Si los acostumbramos desde cachorros a su mutua presencia, es decir, los socializamos correctamente y los educamos para convivir, la adaptación será mucho más fácil.
No es de extrañar que los gatos, al ser tan territoriales, quieran enseñar a los perros quién manda en el hogar y aquí tenéis unos cuantos casos:
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«Puede que seamos pequeños, pero la unión hace la fuerza y te tenemos acorralado»
«La cama es súper cómoda. Es una pena que nunca vayas a experimentar su suavidad»
«Un movimiento en falso y…»
«No tienes el valor necesario para decírmelo a la cara. Eso es justamente lo que pensaba»
«Como vuelvas a probar mi comida, la próxima vez va a ser algo más que un cono»
«No pienso repetírtelo. ¡Fuera de mi sofá!»
«Ataque por sorpresa en 3,2,1…»
«Ese perrito se piensa que puede acaparar todo el protagonismo. Le mostraré quién es la mascota número 1»
«Ohh, se le ve tan triste. Lo que no sabe es que nunca recuperará su cama»
«¡¿Estás tocando MI juguete?!»
«Así me gusta, castigados en un rincón»
«Estás en la torre equivocada amigo»
«He dicho que hoy toca ver las noticias y no hay más que hablar»
«Ok, disculpas aceptadas. Y por eso sigues vivo… de momento»
«Ahora sonríes, pero ya me encargaré de borrarte esa sonrisa de la cara»
«Oh, ¿quieres tu pelota?, digo ¿mi pelota?»
«Siempre es mucho mejor tener tu espalda vigilada»
Fuente: distractify