Ailurofobia: Miedo a los Gatos

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Quizás no hayas escuchado este término, pero seguro que conoces a alguien que se ajusta a él. La ailurofobia no es otra cosa que el miedo a los gatos. Sí, aunque parezca mentira, ¡hay personas que les temen a los gatos!

No es lo mismo que decir “soy más de perros que de gatos”, algo que obedece únicamente al gusto personal por una de estas mascotas, que tener una fobia, que es uno de esos miedos paralizantes e incontrolables que pueden llegar a provocar ataques de ansiedad y trastornos mucho más serios.

Ailurofobia plasmada en la historia

Siglos atrás, la ailurofobia era algo mucho más frecuente: durante una oscura época los gatos no eran las apacibles mascotas de hoy en día, favoritas de las redes sociales, sino brujas disfrazadas o temidos heraldos de la mala suerte. Personalidades tan relevantes en nuestra historia como Julio César, Genghis Khan o Napoleón padecían este mal.

¿Cómo se cura la Ailurofobia?

La ailurofobia es el nombre correcto para hablar de las personas que sienten ese miedo hacia los gatos. Nada de “gatofobia”, como a veces se escucha entre los amantes de las mascotas erróneamente, ni tampoco “felinofobia” como dicen quienes quieren parecer eruditos cayendo en un error igual de garrafal.

Resulta errada también, la actitud de muchas personas que quieren curar a la fuerza la ailurofobia a quienes padecen este problema, pensando que es poco menos que una tontería o un simple capricho. El camino no es forzarles a permanecer en la misma habitación que un gato, u obligarles a tenerlos en casa. Lejos de suponer una terapia de choque curativa, como muchos piensan, puede desembocar en un problema mucho mayor.

No siempre es fácil identificar el origen de una fobia: muchas veces se sitúa en regiones de nuestro subconsciente o nuestra experiencia personal muy difíciles de alcanzar, y el tratamiento debe partir siempre de un profesional.

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