Miles de sin techo deben abandonar a sus familias si quieren dormir en un albergue

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Si echamos la vista atrás, veremos cosas que ahora nos parecen impensables. Que hace años solo se permitieran personas blancas en un autobús es ahora una locura, que las mujeres no pudieran votar o que la homosexualidad estuviera perseguida en todo el mundo. Cambios de una sociedad racista y homófoba que encuentra ahora nuevas formas de exclusión. Pensamos que perros y gatos, por ejemplo, tienen prioridad frente a los cerdos o las ovejas. Y sobre todos ellos, los humanos. ¿Por qué?

También lo sería considerar que solamente deben ser tenidos en consideración moral los animales con determinado nivel intelectual.

Aunque esta historia no va de por qué nos comemos a la vaca y salvamos al gato, sino de por qué miramos para otro lado cuando vemos personas o animales necesitados. 

Quizá pueda parecer una tontería plantearse ahora cosas así, sobre todo porque no nos afecta, pero seguro que si piensas un segundo conoces un montón de historias como la de Suso y Gorda.

Gente que vive en la calle con sus animales y que suelen estar en el mismo sitio. Aunque lo normal es que siempre pasemos deprisa a su lado, sin ni siquiera mirarlos.

Los consideramos casos de personas o animales ajenos a nuestro entorno. Algo que nunca podría pasarnos o pillarnos de cerca.

Sin embargo, Suso sabe bien que de un día para otro puedes verte en la calle sin más familia que tu fiel compañera peluda a la que no dejan pasar a los albergues.

Humano y perra viven en la calle porque en los albergues rechazan a Gorda una y otra vez, pero ellos siempre están juntos. Esta perrita encantadora, no se separa de su humano ni un instante.

Casos como este se suceden por todo el país ante la mirada impasible de muchos y, aunque es cierto que la admisión de animales en refugios complica y encarece las labores de ayuda, no deja de ser verdad que en la mayoría de los casos un cambio social depende principalmente de la voluntad.

Fuente: Pacma

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