18 animales que parecen seres mitológicos pero que existen en la realidad
En la mitología no solamente vemos a dioses y héroes, sino que también nos encontramos con monstruos y criaturas sobrenaturales que infundían terror entre los más supersticiosos durante la antigüedad. Los relatos de estos animales inverosímiles fueron transmitiéndose de generación en generación y, muchos de ellos, han conseguido llegar hasta nosotros.
Seguramente, muchos de los animales que veremos hoy, si hubiesen sido descubiertos en la antigüedad, se hubieran generado miles de relatos mitológicos en torno a ellos, pues parecen haber salido de la más surrealistas fantasías o, en el peor de los casos, de la peor de nuestras pesadillas:
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1. Okapi
Conocido como la ‘jirafa cebra’, el Okapi posee el grosor del cuello de una jirafa y las piernas rayadas de una cebra. Saltó a la fama en el año 1.800, época en la que nadie creía que esta especie fuera real, por lo que se convirtió en un preciado trofeo de caza. Hoy solo se encuentra en la República Democrática del Congo y se estima que solo quedan entre 10.000 y 20.000 ejemplares vivos.
2. Saiga Tatarica
El Saiga es un mamífero perteneciente a la familia de los antílopes que vive en las estepas de Eurasia, incluyendo Zungaria y Mongolia. Esta increíble criatura tiene una curiosa nariz “alienígena” extremadamente flexible con la que filtra el polvo levantado en estos áridos climas. La caza y la perdida de hábitat ha reducido su especie a unos pocos miles de ejemplares.
3. Narval
Este cetáceo habita en los mares del Ártico y el norte del Océano Atlántico. El narval es en realidad un delfín con un diente de colmillo de marfil, situado sobre su labio superior, que termina pareciendo un cuerno. El diente puede crecer más de 2 metros y medio y se cree que lucha contra sus rivales potenciales durante los rituales de apareamiento. Los narvales son extremadamente raros y se estima que sólo existen unos 45.000 o 50.000 ejemplares en la naturaleza .
4. Tenrec
El tenrec es un mamífero que habita principalmente en Madagascar, donde existen unas 30 especies distintas de esta fantástica especie. Se parece considerablemente al erizo o a la musaraña, recubiertos de púas según la especie. Son capaces de dar a luz hasta 32 crías, un número muy alto para tratarse de un mamífero. Tienen una visión bastante reducida y son de hábitos mayormente nocturnos.
5. Ave del paraíso soberbia
No debe confundirse con las aves del paraíso comunes, con las largas plumas de la cola, ya que esta excelente variedad puede distinguirse muy fácilmente gracias al plumaje azul del pecho y las de la nuca, que las abre como una capa durante el cortejo -en el caso de los machos-, creando una apariencia en forma de disco que se parece a una cara sonriente de neón azul y negro.
6. Diablo espinoso
Este lagarto puebla las zonas desérticas y áridas de Australia. Capaz de beber agua a través de su piel, el diablo espinoso mide unos 20 cm de largo y se camufla fácilmente gracias a su capacidad para cambiar sus colores.
7. Ciervo almizcle de Cachemira
Este ciervo vampírico vive en Afganistán y es increíblemente difícil de encontrar, tanto que se pensaba que estaban extintos, ya que el último avistamiento tuvo lugar hace poco más de un año y hasta entonces, no se había visto ninguno en 60 años. Solo los machos poseen los característicos colmillos que usan para competir contra otros machos durante el apareamiento. Una especie en peligro que, al estar en una zona de conflicto, se espera que en un futuro se tomen las medidas necesarias para preservarla.
8. Glaucus Atlanticus
Se trata de una extraña especie de babosa marina que puede encontrarse indistintamente en los mares de todo el mundo, en zonas tropicales y templadas. Su tamaño está en torno a los 3 o 4 cm y principalmente se alimenta de la carabela portuguesa entera, de la que almacena sus toxinas y nematocistos para usarlos contra sus posibles atacantes.
9. Uacarí calvo
Este primate tan extraño habita en las zonas pantanosas de la Amazonia, Brasil, Perú y seguramente en Colombia. Se caracteriza por tener toda la cara, la frente y la parte superior del cráneo carentes de pelo y de un color rojizo intenso que contrasta con el resto del cuerpo. A pesar de carecer de cola larga, estos monos son tan ágiles como los demás y son capaces de saltar ágilmente de árbol en árbol sin problema. También se reúnen en grandes manadas de hasta otros 100 ejemplares, siempre para actividades puramente sociales.
10. Cerdo de Mar
Se encuentran los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, representando en algunas áreas más del 95% del peso total de los animales en el fondo del mar. A pesar de su abundancia, la mayoría de las personas nunca serán capaces de ver ningún ejemplar, ya que viven en las partes más frías y más profundas. Aunque os cueste creerlo estos animalejos desempeñan un papel esencial en el ecosistema oceánico.
11. Picozapato
Recibe este nombre por la forma de su pico y fue descubierto en el siglo XIX. Es un ave que vive principalmente en África tropical y oriental y que hace sus nidos en el suelo. Se sabe muy poco sobre las costumbres y los orígenes de este ave sumamente difícil de encontrar en la naturaleza, principalmente porque está catalogada como especie en peligro de extinción.
12. Atheris hispida
La Atheris hispida tiene un cuerpo comprimido, con escamas duras que parecen hojas, por lo que su camuflaje resulta prefecto en su entorno a lo largo de la costa occidental de África. Su cabeza es grande, ancha y a menudo triangular para que quepan las glándulas salivales modificadas que producen y almacenan el veneno, del cual no se sabe mucho, tan solo que es hemotóxico, causa dolor, inflamación y problemas de coagulación de la sangre.
13. Myleus pacu
Esta curiosa especie vive en las aguas dulces de la zona Amazónica. Poseen un sentido olfativo bastante desarrollado y son atraídos por el olor de la grasa animal, como la presente en la sangre, orina, moluscos, insectos, crustáceos o en el sudor. Estrechamente emparentados con las pirañas, poseen una dentadura que recuerda a la de los humanos, dentadura que puede provocar heridas graves. De hecho, se vulgarmente se le conoce como "el pez corta testículos".
14. Polilla Poodle
Descubierta en 2009 en Venezuela, la polilla poodle es comúnmente conocida como polilla caniche. Aunque en la fotografía su pelaje parece ser anaranjado, realmente es de color blanco, de ahí su semejanza con la raza canina. Posee dos peculiares antenas de color dorado-marrón con un diseño bastante extraño, compuestas por finos pelos curvados, que nos recuerdan a las pestañas postizas.
15. Langosta mantis
Se trata de un bellísimo crustáceo que recibe este nombre porque sus colores nos evocan a las mantis religiosas. Son capaces de realizar ataques rápidos y violentos que algunos especímenes han conseguido romper el cristal del acuario de un solo golpe, de ahí el otro nombre por el que se las conoce: langostas boxeadoras. Presentan una gran variedad de colores, desde llamativos rojos, naranjas, morados, verdes, blancos, azules y hasta marrones y ocres, contando también con tonos pálidos y fluorescentes.
16. Umbonia spinosa
También conocido como bicho espino, podemos encontrarlo prácticamente en Centroamérica y la parte norte de América del Sur. Su camuflaje en forma de espina es perfecto para ocultarse de los posibles depredadores. Las hembras depositan sus huevos dentro de las ramas nuevas de los árboles y permanecen junto a ellos hasta que eclosionan. Posteriormente también protegen a las ninfas hasta que estas adquieren la capacidad para valerse por sí mismas.
17. Hormiga Panda
Se trata de un artrópodo descubierto en 1938, que fue apodado con este nombre porque sus colores nos recuerdan a los de nuestro querido oso panda. Aunque pueda parecer una hormiga, realmente pertenece a la familia de las abejas y avispas, lo que pasa es que las hembras, al carecer de alas, nos recuerdan mucho a las hormigas. Aunque puedan parecer un insecto adorable, poseen un potente aguijón, cuya picadura puede llegar a ser muy dolorosa.
18. Tiburón duende
Se trata de una extraña y temible especie descubierta en 1898, que vive en las aguas de 3.000 a 4.000 metros de profundidad. Su aspecto tan primitivo es porque dejó de evolucionar hace unos 70 millones de años. Con su alargado hocico, provisto de cientos de pequeños sensores, el tiburón duende es capaz de detectar los campos eléctricos que producen los crustáceos y cefalópodos de los que se alimenta.